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NACE KIA. PARTO AUTOGESTIONADO

Actualizado: 21 jun 2021


Serenemos el movimiento para sentir alrededor el cuerpo Energético. Se trata de sentir-se. Habitar-se. Reconocer las fugas, los excesos y cuestionarse amorosamente el andar. Confiar. Mudar de piel. Elevarse. Ascender en el fluir del Ritmo Interior.

Siendo La Pepa

Hace aproximadamente 2 años una amiga tuvo una innecesaria, que me hizo tanto ruido que empecé a buscar información. Termine en varios grupos de internet donde se hablaba sobre parto respetado, parto en casa, me llene poco a poco de información de todos los colores, me maraville con la magia del nacimiento como nunca pensé hacerlo. Ahora lo entiendo, algo en mi secretamente se estaba preparando…

Transite un hermoso embarazo sin asistencia médica, sintiendo cada uno de los cambios, imaginándome como todo crecía dentro de mí, entregándome a la naturaleza plena en la que tanto creo y confío.

A las 15 semanas emprendí un viaje de mochilera con mi compañero, el cual me hizo disfrutar aún más el proceso y transitar los primeros meses de una manera liviana y llevadera, conectada con la naturaleza y el destino.

Volví a Buenos Aires y la panza empezó a crecer mas, ¡los primeros movimientos comenzaron a aparecer! Era una locura para mi, se sentía tan lindo, me sentía tan bien. Seguí haciendo actividad física autónoma como yoga, inversiones... casi todo el embarazo, ¡hacerlo junto con bebé fue genial!

Las dudas y los miedos del afuera no tardaron en aparecer... ¿Dónde vas a tenerlo? ¿Y si sale algo mal? ¿Si no te haces ecografías y el bebe no esta bien? ¿Pero solos lo van a tener? Así miles de cuestionamientos, los cuales la gran mayoría fueron por desinformación y sin ánimos de ofensa, a cada uno intente explicarle el por qué elegíamos este camino.


Mi compañero y mi Mamá, mis dos grandes acompañantes en este proceso. Ambos aceptaron cada uno de mis deseos, e hicieron todo para aprender. Veían videos que les mostraba, escuchaban la información que tenía para compartir, y me apoyaron en que este sea un embarazo y parto sin asistencia, en casa.


A Mamá le costó un poco más, tenía los miedos típicos de la desinformación, del adoctrinamiento médico. Pese a todo miedo, me acompañó y hasta se reunió con una doula ella misma para despejarse dudas. Gracias a mi Mama por dejarme Ser.


Mi compañero no dudo nunca de que este era el camino y comprendía a la perfección cada información que le compartía, podría decir que estuvimos en el mismo eje, lo cual para el parto fue fundamental. Gracias a Él, por la confianza incondicional.


El 11 de junio cuando desperté (11:30 a.m.), la naturaleza decidió que era momento de empezar con el Trabajo de Parto. Hace unas semanas había decidido dejar de contar, ya que con mi irregularidad no podía saber exactamente de cuantas semanas estaba, aunque lo intuía. Decidí esperar sin intentar controlar, a que la naturaleza y mi hija me guíen, y así fue.


Ese día me desperté con ráfagas (decidí llamar así a las contracciones) cada no muchos minutos, aunque eran muy leves, pero al no haber tenido casi ningún dolor en todo el embarazo, sentía que algo estaba pasando.


Empecé el día moviéndome por la cama, poniéndome en posición de rodillas con las piernas abiertas y balanceándome, hasta que pude pararme a hacer el día normal. Comí, camine, el día transcurrió tranquilo con ráfagas leves cada poco tiempo, se sintió muy bien. Le dije a mi compañero que era posible que hoy llegara.


Cuando llegó la noche a eso de las 11 p.m. todo era un poco mas intenso, pero aun así nada me decía que iba a parir en poco tiempo. En un momento voy al baño y por primera vez vi que perdí un poco del tapón mucoso, cuando salgo le digo a mi compañero que sí, Kia estaba próxima a llegar.


Unas horas después mi Mamá se va a dormir (a un cuarto separado de la casa) y quedamos solos mi compañero, los perros, la panza y yo. Ahora si, todo se intensificó rápidamente desde que nos quedamos solos en casa, nunca me deja de impresionar como el universo prepara cada detalle.


Las ráfagas eran ahora mucho más intensas, cada pocos minutos. Caminaba por la casa, me agarraba de la bacha del baño en cuclillas, posaba los brazos sobre la mesada de la cocina dejando a la panza colgar, iba y venía por todos lados.


En un momento le pregunto a mi compañero, ¿Vos crees que voy a poder? ¡¡Obvio!! Sí ¿¿cómo no vas a poder?? Fue todo lo que necesite en ese momento para seguir sin temor y sin dudar.


Más o menos a las 2 ó 3 a.m. (tengo poca noción de las horas de esa noche) se me ocurre meterme a la ducha a ver si la famosa agua tenía algún efecto relajante en mi. Dure 5 minutos ahí adentro y mi cuerpo me hizo entender que lo mío era otra cosa… me fui con mi compañero a la cama grande.


Ahí siento que empezó el trabajo de parto mas intenso, mas potente. Poco a poco las ráfagas eran cada menos tiempo, y su intensidad aumentaba. Me estaba dando cuenta que es verdad, ¡parir muchas veces duele! Pero.. ese dolor es inexplicable, es un dolor extraño, es un dolor que te deja dormir, que te deja ser, respirar, sentir, excitarte, sonreír…


Nos movíamos por toda la cama, yo interpretaba el dolor y lo convertía en posición, le pedía a mi compañero que se ponga de tal manera o me agarre de tal otra, ya con la mente casi en otro planeta, el hacia todo lo que le pedía, y más, ya que sabía lo que necesitaba sin que se lo diga. Copiaba mis movimientos, se ponía en mis posiciones para así acompañarme, me repetía frases positivas que le había escrito en un papel para cuando las necesitara, entre dolor y dolor me moría de ternura.


Pasaban las horas y la ropa iba desapareciendo hasta quedar desnuda, si, pleno invierno, casa con bastante entrada de aire, pero yo tenía CALOR, y qué calor… era una mamífera en pleno estado de parto, hormonas al más alto nivel.


En la mitad de la madrugada ya estábamos en el punto donde nos dormíamos (los dos) entre ráfagas, yo recostada sobre mi compañero que aguantaba todo mi peso y el de la bebé.


Después de un rato más, la única posición que aguantaba era 4 patas sobre la cama, y balancearme a rodillas, ida y vuelta. Se sentía como un masaje a todo mi ser. Fue la posición que Kia y yo elegimos para el nacimiento, la más cómoda para las dos, así pasé las últimas horas del parto. Mi compañero prendió unas velas para este último tramo.

A eso de las 7 y pico de un pujo fuerte rompo bolsa, estallido de líquido.


Ahora las ráfagas venían con gritos, que me ayudaban a descargar todo el estrés del cuerpo acumulado, cada grito aliviaba, cada ráfaga bajaba más a la tierra a Kia.


Empecé a tactarme, a ver si sentía la cabeza, y después de unos cuantos pujos la empecé a tocar, de a poco se acercaba a la salida, era increíble como sentía que se amoldaba a mi.


Pronto su cabeza ya estaba casi coronando, y el anillo de fuego se hizo presente. Le grité a mi compañero que me ARDÍA, sorprendida por tal cambio, el dolor ya no era, se había convertido en ardor, y del más puro, sentía que me quemaba. Puje unas cuantas veces más con cada ráfaga, siempre sosteniéndome el periné por miedo a desgarrarme, tocando la cabeza de mi bebé mientras salía. Y por fin salió, de un pujo acompañado con un grito limpio.

La cabeza salió de costado, junto con una manita en su cara, el cuerpo no tardó ni un segundo en salir después. Mi compañero acompañó su caída a la cama.


Me preguntó si me la pasaba y le pedí que antes ponga su boca en la nariz de la beba y aspiré un poco para sacarle cualquier tipo de mucosidad que le tapara la respiración, como había visto hacer a monas y gorilas en sus partos. Lo hizo y me la paso por abajo mio. La agarre con las dos manos y la apoye sobre una toalla frente a mi, estaba en estado de shock, la miraba y miles de pensamientos y sentimientos pasaban juntos por todo mi ser.


Estaba ahí, ya estaba. Lo miro a mi compañero y le digo "¡¡¡Es un ser humano!!!" El momento más surrealista de mi vida.


Después de mirarla unos segundos me la apoye en el pecho y me recosté con ella, se prendió directamente a la teta y dejo de llorar. Así estuvimos hasta que termino de amanecer (ella nació a las 8:22 a.m.). De repente después de tanto grito y sonido, lo único que se escuchaba era silencio y la lluvia que comenzaba a caer afuera... estábamos los 3 acostados en la cama donde todo ocurrió, abrazándonos, mirándonos. En plena intimidad. Todo sucedió como debió ser.


Después de una hora más o menos me moví hacia otro lado de la cama más limpio y descansamos con la luz de la mañana hasta que llego mi mama sorprendida, ella no había escuchado nada aunque estaba a escasos metros de la casa, por fin estábamos todos, los perros también vinieron a conocerla, uno de ellos fue el primero en pegarle un lenguetazo en la cabeza. "Bienvenida a la manada".


Este fue el nacimiento de mi hija, Kia, mi Guía.

Fue perfecto en su propia perfección.

Fue respetado y bajo el ritmo de reggae de la naturaleza misma.

Agradezco a la vida, infinitamente.


La placenta por otro lado, eligió alumbrar al día siguiente de forma natural. Por cuestiones emocionales mías que una vez que pude interpretar, aceptar y sanar, hizo que todo fluyera de la manera que debía ser.


Pensamos en un nacimiento lotus (no cortar el cordón) pero ante esta situación decidimos quemarlo a las 11 de la noche del 12 de junio. Fue un ritual hermoso del que Kia fue plenamente presente.


No hubo fotos del parto, irónicamente ¡porque soy fotógrafa! Jaja, pero en ese momento no había espacio para fotos y creo que así fue perfecto. Les dejo las fotos del post-nacimiento ♡


Disculpen lo largo del texto y millones de gracias si te tomaste el tiempo de leerlo. Relatar el parto le puede servir a muchas otras personas como inspiración, pero personalmente creo que sirve para entender muchas cosas, sanar otras, o simplemente revivir cada detalle de este magnífico momento.

Lo comprendí, la naturaleza es sabia, es perfecta en su propia perfección.

Todo será como deba ser. Confiar y Agradecer ♡

Keila, Septiembre 2019, Argentina

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