
Últimamente observo vejaciones increíbles sobre el abuso e imposición de poder sobre nuestros cuerpos, los cuerpos de las mujeres, y no puedo evitar expresarme.
Esta noche, en mi desvelo debido a la inmediatez de mi parto, me venía esta pregunta a la mente: ¿DE QUIÉN SON NUESTROS CUERPOS? ¿A QUIÉN PERTENECEN?
Desde una visión holística, ancestral, yo os diría que nuestros cuerpos no son nuestros, que pertenecen a la Tierra, pues están formados de lo mismo que están formadas montañas, ríos, mares, árboles y rocas y el día que nos muramos, a la Tierra retornaran.
Pues bien, parece que hemos pasado de tener una visión espiritual de este concepto para pasar a la mercantilización, a entender el cuerpo (y me centro ahora en el de las mujeres) como una máquina, un engranaje, que puesto que le es necesario al Sistema para gestar y parir nuevos esclavos (por el momento), le pertenece y puede decidir y ejercer su control sobre él.
Todo ello enmascarado tras el cuento de “por tu propio bien”, “por el bien de tu bebé”, “cállate que yo soy el médico (que para eso tengo estudios) y se mucho mejor que tú lo que necesitas” y un laaaargo etcétera.
Los médicos se han convertido en una especie de dioses con súper poderes y nos olvidamos que la historia de la medicina moderna, además de no contar con un largo recorrido, está totalmente vinculada y comprometida con la pérdida de soberanía sobre nuestros cuerpos y por ende, de nuestras Vidas. Ésta está totalmente ligada al patriarcado, a la Inquisición, a la paternalización y a la pérdida del poder propio, por no hablar de sus finalidades económicas en su unión a una de las grandes industrias que manejan el mundo, las farmacéuticas.
¿Qué está pasando con los partos-nacimientos?
Sabemos que la forma en la que llega un bebé al mundo, le condicionará de por Vida. Es como un sello de serie, con el que tendrá que aprender a convivir.
El Sistema quiere esclavos, personas atontadas, desconectadas, que no se planteen lo que sienten, lo que quieren, lo que necesitan, y qué mejor momento para implantar ese “chip” a la población, que durante la gestación y parto (e irlo regando luego con la educación, claro está).
Se ha ido adoctrinando a la población, de manera que el miedo a un proceso tan natural como es el embarazo y el parto, se conviertan en sucesos aterradores, llenos de peligros, muuchos peligros (“sí, sí, pero antes las mujeres y bebés se morían en los partos”, te dicen).
Una vez sembrada esa semilla, las mujeres entregan su poder a la mafia médica, poniendo su Vida y la de sus bebés en sus manos y perdiendo lo único que nos pertenece, nuestra soberanía.
Este proceso se ha ido perpetuando, cronificando y normalizando hasta llegar al momento actual, en el que es tan grande el poder que les ha sido entregado que van a hacer con él lo que les venga en gana, con tal de demostrar quién manda aquí.
Y aquí empiezan a aparecer primero coacciones, chantajes, amenazas; ahora órdenes judiciales.
Para que nos vaya quedando claro que lo que sucede con nuestros cuerpos y los de nuestros bebés no es cosa nuestra, no es nuestra decisión ni nuestra responsabilidad.
Hay personas que se atreven a salir de ese ruedo, mujeres sabias que acompañan nacimientos, llamadas parteras, mujeres que deciden autogestionar sus propios partos, mujeres que deciden asumir su poder y la responsabilidad sobre sus vidas y las de sus bebés y esas mujeres están siendo perseguidas y castigadas cual quema de brujas.
Y te dirás que es otro cuento conspiranoico, que no es para tanto, que soy muy radical o exagerada. Sé que parece mas fácil seguir sin querer ver ni oír, sin querer retomar tu poder.
Es como que aparentemente “te quitas un peso de encima” entregándolo a los “profesionales”. Pero si un día decides abrir los ojos (o el corazón) y sientes un vacío, una tristeza que no sabes de dónde procede, si de repente ves tu vida y no encuentras el sentido a nada, recuerda que un día tenías ese poder, recuerda que fuiste tú quien consentiste la usurpación y recuerda que está en tus manos recuperarlo.
Mientras tanto serás de esas personas que seguirán cronificando y permitiendo que todo esto suceda. Haciendo de sostén a este sistema.
Me dirán ante mis relatos de partos autogestionados que soy una negligente, que no debo querer mucho a mis hijos/as poniéndolos de esa manera en peligro y yo seguiré sonriendo internamente, pues el poder del que te hablo no necesita ser demostrado ni impuesto sobre nadie.
MI CUERPO ES MÍO
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